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El domingo 17 de diciembre en la capilla del colegio se llevó a cabo el cierre del BICENTENARIO. La cita fue en el mismo lugar donde el 25 de mayo de 2016 con la presencia del Obispo Ariel Torrado Mosconi, se dio inicio a todos los festejos que luego continuaron con la semana marianista y la visita del ICONO.

En la tardecita del domingo, de a poco, fueron llegando las familias del colegio y demás personas que acompañan la presencia marianista en la ciudad. La eucaristía presidida por el Padre Luis Casalá y concelebrada por el Padre Manuel Prieto contó con diferentes sentidos momentos. En primer lugar, la muestra de las 80 sillas obtenidas con entrega solidaria de los diferentes grupos (Familias Pastorales, Grupo de docentes jubilados, grupo de liturgia, maestras del Nivel Inicial, maestras del Nivel Primario, profesores del Nivel Secundario, Club San Agustín, Consejo de Dirección, Comunidad Laica REPI, Asociación de Padres y varios anónimos que al enterarse de la campaña solidaria quisieron ser parte), también se compartieron dos cartas, una del Padre Guillermo José y otro de la madre Adela. Al finalizar la celebración, los miembros de la comunidad laica REPI realizaron, como gesto de compromiso, la consagración a  María, recibiendo la cruz marianista como sello de unión al carisma misionero.

Fue una emotiva celebración, donde se pudo dar el objetivo final de conseguir enviar las 80 sillas al Hogar de Niñas que atienden en Monte Quemado, Santiago del Estero, las Hermanas de la Cruz; como cierre solidario del Bicentenario, tal fue la propuesta del Consejo de Familia. Este tipo de celebraciones nos recuerdan la esencia de la vida marianista: misión, fe del corazón, testimonio sencillo de Reino, apertura a los más necesitados. En Monte Quemado, durante mucho tiempo hubo presencia Marianista y hoy en la comunidad religiosa de 9 de Julio se encuentra uno de los que durante más de 20 años recorrió esas calurosas tierras, el Padre Enrique Barbudo.

Que el festejo del BICENTANERIO, haya marcado senda, haya permitido volver a beber de la fuente, para seguir caminando como dice la oración de la Familia Marianista con nuestras debilidades y nuestras riquezas, con nuestra pequeñez, nuestra fragilidad, pero llena de  esperanza, porque Jesús y María siempre, como hace 200 años, están contigo.

 

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